lunes, 21 de abril de 2014

¿POR QUÉ EL DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS?



En principio, puede considerarse el mejor caldo de cultivo para la democracia realmente participativa. Por ello, cuando Cataluña por amplia mayoría ha propuesto al Estado la consulta para decidir, la respuesta es tabú. Para comprender esta negativa, considero conveniente un somero comentario reflexivo sobre la historia que he vivido. A partir de la segunda república proclamada en 1931, se lograron importantes avances democráticos y sociales, por ello, para frenarles, el salvaje capitalismo internacional, cortó en flor aquella  Primavera democrática con el criminal golpe de Estado franquista del 36, logrando la derrota de la república apoyado por el nazismo alemán con  su alta tecnología aérea y por el potente ejército fascista italiano. Sin embargo, la URSS, respetando la no injerencia, su ayuda fue escasa. De este modo, fue implantada la terrorífica represión dictatorial del fascismo franquista, durante 40 años, eliminando toda posibilidad democrática. Con la transición política -más bien transacción mercantilista- acabada con la Constitución, se inició el periodo neofascista, sustituyendo la anunciada democracia por la “corruptocracia” plutócrata, porque dicha Constitución está contaminada, con la férrea dictadura mercantilista y políticamente también,  por ser el proyecto continuista del franquismo, asegurando  que todo quedaba bien atado (…) ¿Qué democracia y justicia social esperar de una  monarquía impuesta y de un rey sin apoyo social, que para “consagrarse” -según información del coronel republicano Martínez Inglés- utilizó el golpe de Estado del 23 F? Así mismo, detalló la corrupción borbónica como se ha evidenciado con su fortuna familiar, el caso Urdangarín, sus actuaciones reprobables etc. Después de 35 años, estamos viviendo el desastroso resultado de la “ficticia” Constitución. Para el crítico prestigioso magistrado Joaquín Navarro, sin separación de poderes, ésta no existe y sin control sobre el ejecutivo, no hay democracia. En ambos asuntos se constata su veracidad.
En toda guerra civil existirán errores por ambas partes, pero en aquella, al margen de los inevitables desmanes republicanos, hay que ser muy fanátic@s y absolutistas, para culpar a la república en su lucha por la libertad, el desarrollo humano, social etc.  Aquella tragedia, fruto de la salvaje ancestral cultura clasista del catolicismo feudal, es difícil de comprender sin haberlo vivido, sintiéndonos privilegiad@s por ello quienes podemos testificarlo y valorar la importancia de la cultura democrática libertadora. Respecto al conflicto catalán, l@s constitucionalistas, pierden toda digna credibilidad por defender aquel “papel mojado” cuyo resultado, no cumplir ninguno de sus contenidos sociales básicos. De esta forma, reducen su efectividad a la unidad del Estado, infravalorando sus reconocidas nacionalidades, e ignorando todo derecho político internacional –como señalé en mi anterior sobre Crimea el 16-4. Quedando aclarado, que el Derecho Internacional general, no tiene ninguna prohibición contra las declaraciones de independencia, lo cual puede generar un ambiente proclive a la democracia participativa de  base. Sin predominar ésta sobre los mangoneos efectuados –salvo excepciones- por los partidos al servicio oligárquico con su “tecno dictadura democrática” ¿Cómo conseguir avances realmente democráticos pre revolucionaros  anticapitalistas, sin plantear la autodeterminación, para cuestionar  seriamente la legitimidad de la “corruptocracia”? Entiendo, que toda independencia no acordada, debiera pasar por el tamiz reflexivo, valorando aspectos humanos y sociopolíticos refrendados por amplias mayorías. Conseguida la independencia de Cataluña y del País Vasco, se abriría un proceso democratizador del sistema bunquerizado de lobbies militaristas,  neofascistas, inspirado en la todavía utópica auto determinación  de otras comunidades autonómicas. Las cuales, convertidas en pequeños estados fraternalmente confederados, pudieran garantizar mínimos dignos de subsistencia a toda la población. Esta política solidaria de cooperación alógena y exógena, es factible en estados pequeños, en los que la sociedad civil “civilizada” controle la soberanía económica, de la cual dependen todas las demás.
(En el próximo, trataré del conflicto Vasco)
   Paco Torre Soberón 

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