Dado
que el mercado se fundamenta en la libre economía privada, al estar controlada globalmente por las
trasnacionales, ¿qué función
tienen los
gobiernos autonómicos y estatales periféricos si el "menú" socioeconómico se guisa en Centroeuropa?
Como el mercado dispone de poder decisorio,
¿qué pueden hacer dichos gobiernos, siendo relegados a simples servilistas
administrativos? Con
esta política, vacían de contenido a la
genuina democracia, suplantándola por la plutocracia -gobiernos prooligárquicos
y/o por la
cleptocracia -gobernar "robando con
fuerza-".
¿En qué se diferenciarán? En esta materia,
debe recordarse que en la transición nos "vendieron" la economía
SOCIAL de libre mercado,
dándonos "gato por liebre", por
carecer de control democrático, resultando ser como un tiburón que devora todo
lo social. Ante la
evidencia
mercantilista especuladora, es diáfana la estafa respecto a la tan
controvertida transición política. Porque realmente fué una
"transacción", dado que el futuro ya
estaba decidido -según advirtió el dictador-, incluso hasta el "teatro de
operaciones, amenizado por
el Rey" con el terrorífico ruido de
sables, incluído el golpe de Estado al
Congreso.
La Monarquía debiera considerarse
"ilegítima", porque el Rey fué impuesto -como diría el Coronel
republicano Martínez Inglés- por "la
sombra
alargada del dedo del sanguinario dictador".
¿Cómo va a ser legítima sin pasar por las
urnas? Esta monarquía se fundamenta en la legalidad de "una chapuza
constituciónal", hecha a
medida de la Corona por el séquito franquista,
con el abominable tufo fascista de 40 años..., en los que la incultura
cívico-social y la
represión del Nacionalcatolicismo, acabaron
con las personas demócratas progresistas de izquierdas y con su cultura. Al no
haberse
desarrollado esta cultura en los 34 años de
supuesta democracia, ha vuelto por segunda vez al gobierno, la ideología
neofascista y del
Nacionalcatolicismo, por tanto, ¿qué
democracia puede esperarse de sus principales enemigos?
Esta Constitución, para mí, fué "un
parto-abortivo" del ala franquista más dura, apoyada por el núcleo
oligárquico más agresivo, logrando
mediatizar a la tímida oposición. Estas
adversas circunstancias, permitieron que la Constitución respaldara la
legalidad que considero
"ilegítima", porque en puridad, al
rebosar de fraseología convencional, intencionadamente manipulada por no
expresar la verdad
de aquella situación política, jamás será
digna de un pueblo soberano, por carecer de justicia social igualitaria y de
ética personal de
quienes llevaron la "batuta" sin
garantizar su aplicación, como después se ha visto. Lo cuál, constituye el
mayor fraude a la
democracia. ¿Por qué se silenció la planteada
ruptura democrática, que podría haber rechazado la Monarquía y su Constitución,
habiendo
evitado el conflicto Vasco y esta agónica
situación? A partir de la formación de la Segunda República quizás se hubiera
podido iniciar el
debate democrático al respecto. Es tan patente
la chapuza contitucional, que en honor a la realidad de la reciente
historia, debiera denominarse
"Corruptitución",
porque está claro que los asuntos sociales más importantes, no han sido
vinculantes. Lo que sí vincula, es la
unidad del Estado
español "a sangre y fuego",
protegiendo con el "mini Pentágono" a la caduca Monarquía y a los
devastadores privilegios oligárquicos.
Por ello, dicha "chapuza", ha
producido el desastre de un gran barco estatal sin timón. Dada la gravedad del asunto, y la
manipulación
mediática convencional, es un deber informar
de la realidad incuestionable, manifestada por reputad@s
constitucionalistas independientes del
capitalismo:
"Donde no hay separación de poderes no hay Constitución" y "cuando
no hay control sobre el ejecutivo no existe democracia".
El intento secesionista catalán pone de
manifiesto la alarma españolista y "españolera". Con la
"ilegítima" legalidad que prohíbe
la autodeterminación del pueblo catalán, están violando el derecho
internacional. Lo que más les preocupa es el debate sobre dicho
derecho, porque quienes no le reconocen,
prefieren seguir en su ignorancia. El derecho a decidir, no debe de ser una
transacción de
compra-venta, sino un proceso abierto a la
sociedad en el que se conjuguen muchos valores, considerando el vehículo
conductor más
importante para el reconocimiento de todos los
derechos, la democracia participativa. Sin esta, no será posible un futuro
digno.
Paco Torre Soberón
Santander. (Cantabria)
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